Como mujer negra, reconociendo mi negritud como lugar de enunciación política y con toda una gran carga histórica que deseo revindicar, me encuentro de vez en vez con el agitado debate sobre el colorismo, mestizaje y lugares de representación… temas diversos pero que se entrecruzan.
No soy nadie para negarle la afrodescendencia a otros, pero si tengo el derecho fenotípico para pedirle a mis hermanas y hermanos de la diáspora mestizos, el reconocimiento de las ventajas que el colorismo les da. Y me paro desde la biología del fenotipo, porque yo no tengo que enunciarme como negra para ser tratada como tal, además no cuento con la ventaja de mimetizarme para no sufrir tantas violencias racistas.
Es más, en ocasiones las personas mulatas obtienen ese falso reconocimiento que las ubica con lo mejor de ambos mundos. Ojo, no digo que estas personas lo busquen de forma consiente y menos que siempre se dé, pero es una realidad que se vive, un ejemplo son los cabellos, las personas mulatas revindican sus afros y reciben mayor aceptación que quienes tienen las texturas más negras y por tanto las que reciben más violencias.
Una persona mulata puede también, en la medida de los contextos y de la categorización fenotípica, negar la negritud y ser “aceptada”, mientras las personas más negras no tenemos esa opción. En mi caso no quiero negar mi esencia, pero no puedo hablar por todas las personas negras fenotípicamente hablando.
Porque sigo con la joda del fenotipo, pues porque es la medida social con la que nos ubican. Para la sociedad una persona negra es aquella de piel oscura, labios gruesos, cabello chonto… y eso marca y genera una forma diferencial de trato. Otro ejemplo son las familias, cuando dentro de una familia negra nace un integrante mulato es motivo muchas veces de orgullo, hayyyy si es niña, mejor dicho! De una la ubican como la bella y como tal la tratan.
Claro, esa persona mulata dentro de una familia negra puede que sufra violencias, que sus hermanas y hermanos, primas y primas, la rechacen al notar las preferencias que recibe o por una envidia por lo que ve en ella y que no tiene. Una historia diferente cuando es una persona mulata dentro de una familia blanco/mestiza, ahí las violencias puede venir de esas personas que la ubican como la negra o negro, con todo lo que para la sociedad implica serlo.
Este escrito no pretende ser una descalificación de las personas mulatas que abrazan su negritud, sino una invitación a cuestionarse esa ventaja social, que pudiendo ser fruto de violencias y ajeno a sus deseos, es una ventaja.
Las personas negras, las más y los más oscuros, aquellas que no tienen el mulataje a flor de piel, están cansadas de no verse en los lugares de representación que han luchado. Duele que cuando se habla de la negritud quien esta al frente es la mujer o el hombre claro que se parece físicamente mucho más a las personas blanco/mestizas, que a la idea de persona negra que socialmente se tiene.
Como Sami, abrazo a mis hermanas y hermanos negros que viven su negritud desde el mulataje que las y los cuestiona, les duele y les hace más y más reflexivos en cuanto a su lugar en la sociedad, y con ese abrazo les digo, su negritud no debería ser excusa para silenciarme equiparando sus realidades a las mías, desde mi lugar no silencio sus vidas, con sus usurpaciones y posees totalitarias de ver y vivir el racismo no lo hagan.