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Mucho hablamos de como las personas nos han marcado, como destruyeron o ayudaron a edificar nuestros sueños y alcanzar metas, pero muy pocas veces nos tomamos el tiempo para reflexionar como hemos afectado negativa y/o positivamente la vida de otras personas.

Estos días de encierro que enloquece, me he dado a la tarea de reflexionarme sobre esto, todo surgió desde la conversación con mi esposa, cuando ella hacia una suerte de recuento de como había sido herida por personas que amó y varias que aún ama. Aquello me sorprendió, pues la mayoría de relatos de mi amada incluye siempre muchas personas bellas que fueron soporte y/o puente.

En fin, me gustaría saber que piensan de mi hoy aquellas personas con las que me he cruzado en la vida, el grado de profundidad o afectación no lo puedo dar yo, pues lo que tal vez para mi fue un “simple” comentario, pero para quien lo recibió pudo ser un punto de inflexión. No lo digo porque me sienta poderosa, sino porque de alguna manera todas y todos somos importantes y podemos construir o destruir.

En la búsqueda de mi huella en la vida de otras y otros, no me detendré en historias positivas, ni con personas blanco/mestizas, utilizaré mis reflexiones exclusivamente en mis interacciones con personas negras, sobre todo mujeres y a quienes hoy reconozco que dañe, puede que sea desde el desconocimiento en esos momentos, pero infringí daño.

Empezaré por prima paterna y hermana de crianza, Ángela, ella tenia 7 u 8 años cuando mi papá la trajo a vivir con nuestra familia, pues era huérfana de padre y su mamá luchaba por sobrevivir con otros dos hijos. No me gustó para nada tener que ceder mi cama a las 10 u 11 años a es niña que para mi hablaba raro y olía “feo”.

Aclaro yo era bien tonta, y sufría mis propios problemas siendo la única niña negra entre el grupo de niñas con las que solía jugar, bastante tenia que soportar que se burlaran de mi cabello, mi familia, mi color de piel… y me desahogaba echando de MI casa a esa intrusa, que estaba sola, lejos de su entorno y que, en mí, solo encontró una hermana en la adolescencia.

Solo puedo imaginar las noches de llanto que cause a ese ser inocente, a quien de verdad llegue a odiar solo por una cama… Ha, pero cuando se gradúo y estuve en primera fila para verla desfilar con bandera y que tales, supe que ella era mi hermana y ahora el turno para llorar fue mío, pero no por lo el sufrimiento que le cause (en ese momento ni siquiera pensaba en esto) lloré por que se iba y sentía que no avanzaría allá, la vida me dio tristemente la razón.

Ya en la vida adulta, me relacione con una mujer negra con ciertos desordenes mentales, no se bien que tiene, pues su familia lo trata como secreto de Estado y ella nunca hablo del tema. Pues bien, está mujer tenia en mí una especie de referente, siempre me llamaba, está tan ahí para mi que llegué a sentirme asfixiada y así se lo dije. Ella lloró, yo solo di media vuelta y me fui. Estaba segura (aún hoy lo estoy) que no podría lidiar con aquello que ella padeciera, yo no era la indicada para ayudarla, hasta ahí, normal. Lo feo llego cuando me preguntaron por ella y yo bien ligera dije “la loca esa” ya eso fue malo, agravado con que ella a mi espalda me escucho. La miré y solo me dijo; eras mi amiga, mi única amiga…

De ella supe por su familia que se fue a vivir a Manizales, mi prima

 

 

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