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Hace ya casi 11 años empecé mi interacción en esta aplicación de facebook, mi motivación inicial fue dar con una mujer que me impactó y a quien quería en mi vida, hoy puedo decir que ese objetivo se cumplio de manera satisfactoria, ella ya es mi esposa.

Luego vino el “reencontrarme” con personas con quienes compartí espacios de mi vida en algún momento. Me sentí feliz al saber que aquella niña de la cual muchas y muchos nos burlamos en el colegio, se encuentra laborando con y para niñas y niños, mientras nos deleita con fotos divinas de viajes exóticos y comidas. Hablé con ella pedí perdón y la encontré madura, casi sana de esas heridas de la infancia y si, feliz.

Al entrar a facebook, me buscaron familiares, amigos de amigos, compañeros de trabajo, gente con la que aparentemente comparto intereses y organizaciones entre otros me fueron enviado solicitudes y yo aceptando. Claro, también hice mi parte enviando solicitudes a quienes sentía compatibles o simplemente porque me parecieron personas atractivas y ya.

Y me fui llenado de “amigos” este perfil. No rechazaba solicitudes pues sentía que seria grosero hacerlo, y así llegue a más de 3.000 personas “amigas” en este mundo virtual. Esta cifra puede que no signifique mucha gente, para muchos, pero, para mi que socializando personalmente soy ensimismada y extremadamente celosa de ese lugar privado que llamo vida, era una locura. Estaba compartiendo parte importante de mi tiempo y esfuerzos con gente que al final no tengo ni puta idea quienes son.

Hace pocos días realicé una eliminación importante, sentí que era el comienzo para convertir este sitio en un lugar seguro donde seguir siendo yo, pero una nueva solicitud de “amistad” y el encuentro de perfiles interesantes volvió a subir el número de gente. No me malinterpreten, me encanta la gente que esta aquí agregada.

En mis momentos de tristeza me han alegrado mucho los triunfos que comparten, he reído con sus memes y chistes, leído hasta final esas reflexiones valiosas de escriben, compartido sus emprendimientos y pedidos de auxilio, admirado sus fotos de paisajes y cuando se han sentido bellas y bellos, me fascinan sus familias y amores, y hasta los dedos de los pies que algunas personas comparten. Ustedes me alegran la vida y eso lo agradezco mucho.

Creo que en esta convulsión de mundo que habitamos esta forma de interacción social es valiosa, o sea, no creo que se pueda (ni se deba) reemplazar nunca el contacto vivencial por la virtualidad cargada de reacciones predeterminadas por algoritmos, pero en noches de dolor y angustia he podido encontrar palabras de aliento y apoyo que siento genuino. Siento que es un poco lo de buscarle lo bueno a las cosas a pesar de todo.

Y bueno, alguien que llego hasta aquí en esta lectura pensará y ¿está que es lo que quiere decir con tanta cháchara? La respuesta es triste, desde hace tiempo me siento agotada y me ha cansado algunos de los largos debates … que me dejan hasta con dolores físicos.

A veces abro la aplicación y veo que gente a la que apreció comparte “opiniones” que en lo personal me violentan, como cuando atacan la diversidad sexual, tratando de adornando el golpe con frases tontas como “es por los niños”. Confirmo además que tienen tan normalizado el racismo que ya ni me molesto a veces en responder esos comentarios y publicaciones. Me duelen muchos comentarios en publicaciones que visibilizan las violencias basadas en género, donde se revictimiza a la victima con burlas, negación de los hechos o simplemente porque alguien detrás de un teclado le parece que es su “deber poner en su sitio a esas viejas”

Claroooo, soy consiente que soy tan incoherente como todo mundo. Créame soy de las primeras en reconocer mis chambonadas y darme garrote por ellas. Pero llegue a mi limite mental y físico. La barbarie nos tiene insensibilizados y eso me asusta.

Quienes me conocen saben que jamás he reunido lo que considero un buen debate fesbukiano, me encantan esas vainas que duran días y que me han obligado a investigar o trasnochar a mi esposa debatiendo x o y postura. Me parece terapéutico y en ocasiones hasta educativo.

Hoy, les doy un hasta luego a la gente linda que me pidió o acepto ser parte de mi vida virtual, lo hago como un ejercicio de autocuidado que requiero. En Colombia, y sobretodo en esta Cali bella que habito, se ha llegado tan lejos, que el hecho de recordar que la justicia por propia mano no es ética ni moral, enoja y ofende a quienes se creen dueños y dueñas de la verdad y la vida ajena.

Prometí nunca revelar conversaciones privadas y hasta ahora he honrando esas promesas, pero, que dolor tan grande el escuchar a personas que admiraste alguna vez, advertirte en medio de una “dizque” conversación amistosa; que la vida al final no vale nada y que opinar una vez puede significar no hacerlo más. Nunca sentí tanto dolor, rabia y miedo…

Cuando deje de doler volveré a ver sus fotos, a celebrar desde mi corazón y con amor sus triunfos, por ahora no cerrare este perfil que quiero tanto pues no me parece justo irme del todo, pero buscaré reír en persona caminando pausado mientas voy pensando mis próximas palabras desando que no se cumpla esa advertencia de que “pueden ser las últimas”

 

 

 

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